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LAS ENTREVISTAS

Carlos Echeverría

Carlos Echeverría Torres (64), vive en Renca junto a su conviviente Elizabeth Salas (58). Hace 25 años es taxista, dice que: “nadie le ha regalado nada en la vida”, y que hoy todo lo que tiene lo obtuvo por su esfuerzo personal. Se compró su primer auto tras su arduo trabajo que desempeñó en el rubro de la impresión donde ejerció como troquelador. Prácticamente no tenía días libres, debía tomar turnos los fines de semana y muchas veces no podía tomarse vacaciones. Cuenta que aquel exceso de trabajo le pasó la cuenta y terminó en un accidente laboral donde perdió parte de su dedo anular y su dedo medio.

A pesar de que se encuentra a un año de jubilar, asegura que deberá seguir trabajando. Echeverría comenta que el costo de la vida en Chile es muy alto, y que con sus ingresos no le alcanza para pagar todas sus cuentas, además, debe continuar con el pago del dividendo de su departamento y sus gastos básicos. Según sus cálculos, su pensión no le va a alcanzar ni para pagar sus remedios. Carlos accedió a los tres retiros del 10%, tras realizarlos el capital que recaudó en la AFP en la que está afiliado bajó a la mitad, sin embargo, si dependiera de él, sacaría el 100% de sus ahorros previsionales porque cree que su plata se está perdiendo en manos desconocidas.

Su renta está dentro de la clasificación de los grupos medios en Chile, Carlos gana entre 500 y 700 mil, pero dice que la verdadera clase media gana sobre el millón de pesos, un grupo que corresponde hoy a menos del 10% de las y los chilenos, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI).

Carlos, en los últimos años, ha perdido la esperanza en la clase política, antes participaba en las elecciones ciudadanas, pero hoy no vota. Cuenta que la última vez que votó fue por Sebastián Piñera, en su primer gobierno, creía en el discurso de un empresario que prometía acabar con la delincuencia, pero sus experiencias como taxista le indican que los robos han aumentado y son incluso más violentos.

No está de acuerdo con la violencia como método de protesta, pero sí con las demandas del estallido. Dice que no puede ser posible que para comprarse una casa o estudiar en la educación superior se generen deudas tan excesivas para las personas, a pesar de que esas oportunidades signifiquen a largo plazo un beneficio para la sociedad y para el país.

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